Hola, soy un demonio.

Hola.
Me encanta la vida. ¡VIVA EL AMOR! El Universo, poco a poco, te enseña a vivir en este complicado mundo, con duros golpes, sufrimiento, sangrado y lloros. Todo ello es un conjunto, una especie de sopa primigenia desde la que podemos resurgir como un ave fénix.

Lo que sucede es que, en la vida real, el mito del pájaro de fuego que renace desde sus cenizas no sucede en cuestión de horas… ni siquiera en cuestión de días.
Es un proceso lento que nos hace salir del capullo de ignorancia que tenemos dentro, y lentamente nos ayuda a acecarnos a nuestra verdadera naturaleza.

Los seres humanos somos libres. Libres de pensamiento y de acción, del mismo modo que somos libres de reunirnos, acercanos y alejarnos de quien nos plazca. Todo siempre bajo el prisma de la bondad, la armonía, la compasión, los derechos humanos fundamentales.

Juntos hacemos el mundo.

De este modo, me ha sucedido algo curioso. Yo, que me veo como un ser humano espiritual e individual, me he convertido en un íncubo energético. Permito que la gente se acerque a mi, con el pretexto de avance espiritual, de ayuda mutua, de caminar el camino cogidos de la mano, de amistad, de comprensión, de saber escuchar… pero, en el fondo, no permito que se acerquen a mi para un acto comunitario.

Soy un pequeño vampiro energético.

No, al contrario. Actúo de esta forma por mi propio interés. Sólo deseo mi avance espiritual, sólo deseo mi propio caminar. Me permito vivir miles de situaciones que me aportan miles de sentimiento, cientos de sensaciones que recorren mi cuerpo y alma.

Sonreiremos juntos, nos abrazaremos, nos amaremos, y te diré: «Te tengo cariño. Eres alguien especial«. Y tú, imbécil, te los vas a creer, porque en el fondo estás tan necesitado de cariño como yo. Lo que sucede es que yo soy el deminio, y tú no.

Entonces, con el tiempo, llegará el día en que el depósito que estaba llenando con la energía que tú me dabas se encuentre lleno. ¿Para qué seguir hablando contigo entonces? ¿Para que mantener un contacto?

«Bye, bye», creerás verme decir a medida que estoy más lejos.

Como buen íncubo, te omitiré de mi vida, haré como si no existieras y te daré un «like» a la semana para que veas que no me olvido de ti.

Pero cuidado. El día que vengas a hablarme, sin preguntar antes si necesitas ayuda, desahogarte o hablar con alguien… sin saber nada de tus propósitos, te cerraré la puerta. Te diré que fue bonito el tiempo entre los dos, que las amistades se rompen, que aprendí muchas cosas a tu lado, y me iré. Incluso te dejaré caer que eres tú la persona que está interesada en mi contacto, y que no pienso dejar que te aproveches de mi.

Te abandonaré con la palabra en la boca, y no preguntaré si necesitabas hablar conmigo por algo. Por que tú y yo no somos un grupo. No estamos unidos. Cada uno sigue su camino, y te lo recordaré mil mil mil mil mil mil veces.

Mi verdadero ser.

Porque en el fondo, yo, que me creo un ángel, soy un demonio.
Buenas tardes.

Firmado, alguien que no soy yo.