Realización

¿Vivir esta vida es motivo de pena o alegría? Existe la pobreza, el hambre, la crisis, la insatisfacción personal… cientos de males que rodean al ser humano y que aparentemente no tienen fin. No existe forma alguna de solucionar todo lo que conlleva vivir una vida moderna. El pasado queda demasiado agarrado a nuestro cuello como para poder respirar el magnífico presente que vivimos. Las falsas expectativas de futuro quedan cada vez más lejos a medida que nos hacemos viejos.

Porque no nos engañemos. En el instituto tenemos prisa por hacer el mayor número de cosas posible, porque una vez llegue la Universidad, los módulos o el trabajo ya no habrá más disfrute. Cuando tenemos veinticinco años tenemos prisa por viajar a muchos lugares, porque cuando tengamos treinta años y una familia a la que abastecer, no tendremos tiempo para nosotros mismos. Con treinta y cuarenta años nos pasará algo semejante. Siempre tendremos prisa por hacer todo. El tiempo se acaba, y cuando menos te lo esperas… ¡zas! Aparece la muerte, el fin de todo sentido y existencia.

Seguimos una propia filosofía de vida, la pregonamos y presumimos de ella. Decimos orgullosamente: «sigo tal forma de ser», «he leído muchos libros y por eso sé mucho», «yo tengo una vida tan guay porque sé manejar la vida»… pero después, a la hora de la verdad, oímos el angustioso ‘tic tac’ del reloj, ese contador que lleva nuestro hora de la muerte fijada. Una hora que desconocemos.

Y aún así, seguimos cayendo una y otra vez en los mismos errores. Permitimos que nuestro cerebro siga los mismos patrones de comportamiento que tanto menospreciamos. ¿Y por qué? Por cobardía al cambio, por no creernos lo suficientemente importantes, útiles y felices de poder vivir una vida sin necesidad de nadie. Es fácil hablar de una vida feliz en soledad estando en pareja, pero el camino a la felicidad nunca puede depender de nadie. Sólo nosotros sabemos conducirnos a la felicidad. La felicidad la sentimos gracias a nuestros pensamientos, nuestros pensamientos surgen de nuestro interior. En nuestro interior está la llave a la felicidad.

El exterior cambia, y muchas veces es interesado. La gente se acerca a nosotros con un interés que desconocemos. Nos alaban y nos hacen sentir felices bajo los influjos de cientos de sustancias emocionales. Nos pervierten, utilizan y nos hacen sentir falsamente útiles en un mundo lleno de máscaras. Cuando sale el sol todo vuelve a empezar. La misma mierda día tras día.

¿Y cómo solucionar todo esto? ¿Cómo sentirse feliz si con 25 años no estoy metido en una hipoteca? ¿Cómo demonios voy a ser feliz si me independizo a una situación más mala de la que tenía en casa? Aspiramos a ser dioses de nuestra propia vida, cuando en realidad somos humanos. Simples montones de carne que se mueven por un mundo que apenas conocen. De nada sirve la experiencia en un mundo como el que nos encontramos. Nada es tan matemático como lo pintan. Si mezclas el componente X con el componente Y no siempre surgirá Z.

Hay que dejar espacio libre a la naturaleza, a lo aleatorio. Hay que huir de la rutina. Cambiar el camino que usamos para ir al trabajo. Hay que destruir la forma de ser que tanto odiamos y que tanto usamos. Hay que volver a ser yo.

Un saludo y buenas noches.
Igor Hernández Pérez, 2011

3 Respuestas a “Realización

  1. ¡¡Que acertado todo lo que has escrito ¡¡¡¡pero lo de la hipoteca…….tendriamos que cambiar el chip…..y no pensar que estar de alquiler es malo…lo malo es tirarse toda una vida para pagar un piso…..¡¡¡¡…..y precisamente una forma de huir de la rutina…..es cambiar cada equis tiempo de barrio y de pisoooo……lo digo por experiencia ¡¡¡¡ besos.

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  2. Nos pervierten, utilizan y nos hacen sentir falsamente útiles en un mundo lleno de máscaras. Las falsas expectativas de futuro quedan cada vez más lejos a medida que nos hacemos viejos.
    No se puede describir mejor ni más bonito, blueyell.

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